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La Vereda es un programa que se emite en Ràdio Klara desde junio de 1999. Un espacio para la poesía, la literatura, la música, la cultura, el arte, el compromiso, las emociones... Un camino poético en el que la vida no pasa: se queda. Escúchala en directo los jueves de 19 a 20 h en la 104.4 FM València y en www.radioklara.org. O cuando quieras en nuestro podcast.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Antes que el tiempo expire, nuestras manos

Océano de piedad, luz honda de mujer
Levadura del tiempo mientras el tiempo exista
El tacto y el olfato y la lengua y la vista
junto a tu cuerpo son maneras de nacer.

El hombre es taciturno y nace para ser
desgraciado, perdido, sin nada que lo asista
y esto es horrendo, inicuo, y no hay quien lo resista
si no puede mirar, tocar, besar, lamer, morder.

Ella pone pomada, ella pone vendaje
ella amortigua el triste absurdo del viaje
ella es el centro, el único lugar a donde ir.

Los hechos y los años son mentira y estrépito
y el destino es un mudo miserable y decrépito
Sin mujer en las manos lo mejor es morir.

Félix Grande

viernes, 28 de diciembre de 2012

Y sobre la ciudad

Levántate,
gobierna tus caderas, comienza el día
por una decisión
donde arriesgar tu nombre.

Después
hace falta decir que cambiaste la escena,
que has vencido también
la inocente sonrisa del espejo
y que prefieres hoy
la nueva brujería de los escaparates.
¡Levántate! Tienes
partido el cuerpo como un siglo.

Gobierna tus caderas. Son
las fuerzas inmensas del desorden,
las que habitan el ojo
apagado de los puentes, el pliegue
final de las esquinas, las calles
que han sabido de nuestra soledad,
las pequeñas tabernas
o las plazas,
camaradas
callados para el amanecer,
allí donde dejaste
tu resaca y los ojos
en las aguas heladas de sus fuentes,
donde el musgo y el miedo
nos delatan la edad de la ciudad en que vives.

Despierta: haz ese gesto
del que vence las sábanas y el tiempo.
Pierde por fin
tu nombre y su mentira,
y sobre la ciudad
(esa magia cerrada,
ese refugio último)
reinen también ahora
las fuerzas del desorden
y tu morbosidad.

Luis García Montero