laveredaradio@gmail.com

La Vereda es un programa que se emite en Ràdio Klara desde junio de 1999. Un espacio para la poesía, la literatura, la música, la cultura, el arte, el compromiso, las emociones... Un camino poético en el que la vida no pasa: se queda. Escúchala en directo los jueves de 19 a 20 h en la 104.4 FM València y en www.radioklara.org. O cuando quieras en nuestro podcast.

domingo, 4 de octubre de 2009

Gracias a la vida

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Violeta Parra

jueves, 20 de agosto de 2009

Martes con mi viejo profesor

- Toma el caso de cualquier emoción: el amor a una mujer, o el dolor por la pérdida de un ser querido, o lo que estoy pasando yo, el miedo y el dolor de una enfermedad mortal. Si contienes las emociones, si no te permites a ti mismo llevarlas hasta el final, nunca podrás llegar a estar desligado; estarás demasiado ocupado con tu miedo. Tienes miedo al dolor, tienes miedo a la pérdida de un ser querido. Tienes miedo a la vulnerabilidad que trae aparejado el amor.
"Pero si te sumerges en estas emociones, permitiéndote a ti mismo tirarte de cabeza a ellas, hasta el final, por encima de tu cabeza incluso, las vives de una manera plena y completa. Sabes lo que es el dolor. Sabes lo que es el amor. Sabes lo que es la pérdida de un ser querido. Y sólo entonces puedes decir: "Está bien. He vivido esa emoción. Reconozco esa emoción. Ahora necesito desligarme de esa emoción por un momento".
Morrie hizo una pausa y me observó, tal vez para asegurarse de que yo entendía bien aquello.
- Sé que crees que sólo estamos hablando de la muerte -dijo-, pero es lo que yo te repito: cuando aprendes a morir, aprendes a vivir.
Morrie me habló de sus momentos más temibles, cuando sentía el pecho bloqueado con ataques de tos o cuando no sabía si volvería a respirar. Eran momentos horribles, decía, y sus primeras emociones eran de horror, el miedo, la angustia. Pero cuando llegó a reconocer la sensación de esas emociones, su textura, su humedad, el escalofrío por la espalda, el sofoco que te recorre el cerebro, entonces fue capaz de decirse: "Está bien. Esto es miedo. Apártate de él. Apártate".
Pensé en la frecuencia con que era necesario esto en la vida diaria. En cómo nos sentimos solos, a veces hasta el borde de las lágrimas, pero no dejamos salir esas lágrimas porque no debemos llorar. O en cómo sentimos un arrebato de amor por nuestra pareja, pero no decimos nada porque nos paraliza el miedo a las consecuencias que pudieran tener esas palabras sobre la relación de pareja.
El planteamiento de Morrie era exactamente el contrario. Abre el grifo. Lávate con la emoción. No te hará daño. Sólo puede ayudarte. Si dejas entrar el miedo, si te lo pones como una camisa habitual, entonces podrás decirte a ti mismo: "Bueno, no es más que miedo, no tengo que dejar que me controle. Lo veo por lo que es".
Lo mismo pasa con la soledad: te dejas llevar, dejas salir las lágrimas, la sientes por completo, pero al final eres capaz de decir: "Bueno, éste ha sido mi momento con la soledad. No tengo miedo a sentirme solo, pero ahora voy a dejar de lado esa soledad y sé que hay otras emociones en el mundo, y voy a vivirlas también".

Mitch Albom




viernes, 26 de junio de 2009

Man in the mirror

I'm gonna make a change, for once in my life
It's gonna feel real good, gonna make a difference
Gonna make it right...

As I, turn up the collar on my favorite winter coat
This wind is blowin' my mind
I see the kids in the street, with not enough to eat
Who am I, to be blind?
Pretending not to see their needs
A summer's disregard, a broken bottle top
And a one man's soul
They follow each other on the wind ya' know
'Cause they got no where to go
That's why I want you to know

I'm starting with the man in the mirror
I'm asking him to change his ways
And no message could have been any clearer
If you wanna make the world a better place
Take a look at yourself, and then make a change

I've been a victim of a selfish kind of love
It's time that I realize
That there are some with no home, not a nickle to loan
Could it really be me, pretending that they're not alone?

A willow deeply scarred, somebody's broken heart
And a washed-out dream
(Washed out dream)
They follow the pattern of the wind, ya' see
'Cause they got no place to be
That's why I'm starting with me
(Starting with me)

Make that change

Michael Jackson



lunes, 22 de junio de 2009

Faro de Lisboa

Yo que recorro los mares
y que palmo a palmo el mundo
de un confín a otro confín
Hoy tomo mi ultimo rumbo,
desde mi cuerpo hasta el tuyo,
desde donde estoy a ti
Tu que recorres Lisboa
y sus calles y sus fondas,
con hombres de una sola vez
Tu serás mi último puerto
para amarrarme a tu alma
y sólo yo vivir en él
Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Fotos y cartas marchitas,
de cuando planes y sueños
aun vivían en su piel
Dos vidas en dos maletas,
entre Lisboa y Madrid,
en una estación de tren
Él se durmió para siempre
con su billete en la mano,
en un banco en el anden,
y ella se apagó de golpe
como se apaga una vela
después del amanecer.

Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Hoy reposan en silencio
uno siempre junto al otro,
aunque en alma y en papel.
Por fin juntaron sus vidas
volcando las dos maletas,
sobre su mar a la vez.
Otra historia como tantas
de amor y de mala suerte,
y de un destino traidor,
pero en el puerto en Lisboa
cuando la luna te aplasta,
alguien canta esta canción.

Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Revólver


Historia del hombre que en el alto cielo amó a una estrella y fue por ella abandonado

Había robos pero no había ladrones en el valle del Cuzco. Los robos ocurrían durante la noche, en el huerto que tenía las mejores papas. El dueño vigilaba, toda la noche pasaba sin cerrar los ojos, pero en algún momento se le caían los párpados y en ese instantito desaparecían las papas dejando agujeros recién escarbados en los surcos.

Una noche, el hombre mintió. Se acostó a pata suelta, en medio del plantío, y roncando espiaba con un ojo. Y así pasaron las horas, y cuando no mucho faltaba para el amanecer, un violento resplandor lo hizo saltar.

El susto de tanta luz lo dejó ciego.

No eran ladrones: eran ladronas.

A manotazos consiguió atrapar a una. Las demás huyeron en ráfaga hacia el cielo y allá en lo alto quedaron, encendiendo el fin de la noche.

La estrella prisionera prometió devolver todas las papas, y suplicó:

- No me obligues a vivir en la tierra.

Pero él no la soltó. Cubrió con ropa de lana su luminosa desnudez y la encerró en su casa.

Al tiempo tuvieron un hijo que murió al nacer.

Y un atardecer en un descuido, la lumbrera escapó a las alturas. Gracias al cóndor, el hombre subió tras ella.

El hombre y el cóndor iban envejeciendo en la larga travesía, y tenían siglos de edad cuando el viaje culminó. Pero no bien llegaron, se sumergieron en el lago del tiempo, y nadaron, y emergieron jóvenes.

Y entonces él se lanzó a recorrer la resplandeciente bruma de la Vía Láctea. Y en la peregrinación, reconoció a su estrella. Y le suplicó que lo dejara estar.

En un escondite del cielo, vivieron juntos.

Cada atardecer, ella se iba con sus hermanas, a iluminar la noche del universo. Y cada amanecer volvía, y traía alimentos terrestres que encontraba deslizándose en los graneros del sol y de la luna.

Así fue lo que fue, hasta que ya no fue.

Una mañana la estrella no llegó, y nunca más llegó, y el hombre deambuló por la fría neblina del cielo, hambriento y solo, llamándola a gritos.

El cóndor lo devolvió a la tierra, y en la tierra murió de pena.

Nada alcanzó a contar. De su boca, que no abría ni para comer, no salió palabra. Quizás porque había quedado embobado, estrellado; o quizás porque presentía que aquí en la tierra tomarían su historia por evidente mentira o alucinación de un pobre mortal creyéndose dios en el trono del reino de la noche.

En cuanto a ella, los estrellólogos no coinciden. Hay quien dice que le desenamoró el amor y hay quien dice que no hay por qué llamar amor a lo que fue lástima o curiosidad.

Algunos sostienen que ella echó al hombre porque no quiso verlo morir. Según estos especialistas, las estrellas no entienden nuestra costumbre de vivir nada más que un ratito, y tampoco entienden nuestras ganas locas de subir al cielo: nada saben las estrellas del humano morir, pero sí saben que más allá de la nubes no puede la gente renacer en los hijos que tiene, ni en las papas que planta, ni en los amores que deja.

Otros opinan que fue un adiós obligado. El sol y la luna habrían advertido a la estrella que debía buscarse otra galaxia donde vivir con el intruso. Así, no se podría seguir: en cada pelea conyugal, el hombre envejecía cien años y ella quedaba completamente a oscuras. Es verdad que después, cuando los dos se perdonaban la estupidez de odiarse, él recuperaba el siglo gastado y ella multiplicaba su esplendor; pero la paz del firmamento no podía permitirse aquellos sobresaltos. Y fue entonces, al parecer, que los amos del cielo decidieron renunciar a las papas, que tanto les gustaban, y el camino hacia la tierra fue borrado por siempre jamás.

La estrella se arrepintió de haber obedecido la orden que la condenaba a la soledad. Así lo afirma un estudioso que se ha pasado la vida fotografiando a las estrellas fugaces. El está seguro, y dice tener pruebas: las estrellas fugaces son todas iguales, porque todas son una. Esa única luz, errante y mojada, es la estrella que una vez conoció el peligro y la fiesta del abrazo humano, y se asustó y huyó y fue perseguida y encontrada. Desde entonces su cuerpo mudo, que por el hombre cantó, supo que había nacido para ser dos o ninguno, y ahora anda volando locamente, a través de la noche, en busca del perdido camino de este mundo.

Eduardo Galeano

sábado, 13 de junio de 2009

San Antonio

Al partir dejó a su amada el corazón
Y sin él en la batalla sin piedad luchó

Ira del infierno, el enemigo le llamó
Pero él, aventurero,
Romántico señor
Mas allá de las montañas se perdió
Y tan sólo su mascota le siguió
Y un ejército venció el último bastión

Aventurero, romántico señor

San Antonio Junio 13 ya llegó
Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

Sin dolor, pensó en la tierra que dejó
Entre el barro y las estrellas decoró su mansión
Ante el espejo su cara le asustó
A una lagrima reseca se aferró
Dejó pasar el tiempo hasta acabar la contienda,
luego en busca de su corazón partió

Mas allá de las montañas se perdió
Hoy su sombra deambula sin dirección
Solo algunos recuerdan cómo sucedió
Aventurero,
Romántico señor
San Antonio Junio 13 ya llegó

Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

San Antonio junio 13 ya llegó...

Mas allá de las montañas se perdió...

Antonio Vega


lunes, 1 de junio de 2009

Eso dicen

Eso dicen
que al cabo de diez años
todo ha cambiado
allá

dicen
que la avenida está sin árboles
y no soy quién para ponerlo en duda

¿acaso yo no estoy sin árboles
y sin memoria de esos árboles
que según dicen
ya no están?

Mario Benedetti

jueves, 28 de mayo de 2009

Botella al mar

Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.

Mario Benedetti


miércoles, 27 de mayo de 2009

Vendrán días

Vendrán días en que el peso
que hoy te abruma se hará liviano.
Vendrán idas en que ese peso
ya no será carga sino bagaje.

Vendrán días, han de venir.
Porque un alma que alberga sentimientos viles no brilla
y un alma sin brillo
es un tiempo marchito para quien lo soporta.

Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire.
Que hoy necesito besar otros labios
creyendo que beso tus labios.
Déjame perdido en negra noche que hoy el dolor duele,
que hoy necesito buscarte sin miedos,
en otros rostros buscarte.

Llega el tiempo que en tu campo amado
plantaras pensamientos.
Junto al pozo de tu huerta enjambres de madreselva.
Y esa calma, esa calma te ha de ayudar.
Porque un alma que mora en la sala de los pasos perdidos
es la furia vencida, cáscara vacía de un dolor exacto.

Déjame beber de ti en los labios de mujer extraña,
que hoy necesito el calor de unos brazos
que apaguen mi vana esperanza.
Déjame desnudo de recuerdos. No los necesito.
Que hoy necesito buscarte sin miedos
en otros rostros buscarte.

Dame un lenguaje sin palabras para abrigarme
que tengo frío.
Dame besos y caricias olorosas y descalzas,
dame un mundo sin palabras que yo respire
porque me ahogo.
Dame besos y caricias sinceras o mercenarias.

Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire,
que hoy necesito besar otros labios
creyendo que beso tus labios.
Déjame perdido en negra noche que hoy el dolor duele,
que hoy necesito buscarte sin miedos,
en otros rostros buscarte.
Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire.

Manolo García


domingo, 17 de mayo de 2009

Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti

martes, 12 de mayo de 2009

Tuve que correr

Tuve que correr
cuando la vida dijo: "ve"
No hubo manera de pararme
Correr que fue volar
Beber de un solo trago todo el mar
Y no sació mi sed el agua
Tomé el sendero sin saber
que me alejaba para no volver
Dulce como miel
probar el roce de su piel
Ella en el suelo, yo en el aire
Dulce pero cruel
llenó mi mundo de papel
Jamás pensé que llegaría a helarme
Que perdería el calor
y con el tiempo la razón
En el camino tropecé
con esa piedra desde la que arranqué
Tomé el sendero sin saber
que me alejaba para no volver
En el camino encontré
lo que jamás pensé tener
Tuve que correr
cuando en el viento pude oir
que igual que vine habría de marcharme,
que como vine habría de marcharme

Antonio Vega

miércoles, 6 de mayo de 2009

Copenhague

Él corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de más.
Aeropuertos. Unos vienen, otros se van,
igual que Alicia sin ciudad.

El valor para marcharse,
el miedo a llegar.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Un instante mientras los turistas se van.
Un tren de madrugada
consiguió trazar
la frontera entre siempre o jamás.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Ella duerme tras el vendaval.
No se quitó la ropa.
Sueña con despertar
en otro tiempo y en otra ciudad.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Vetusta Morla


domingo, 3 de mayo de 2009

Ya no

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

Idea Vilariño

jueves, 16 de abril de 2009

Rompeolas

Llévame a ver salir el sol
desde todos los portales de la luna
llévame al puerto y al malecón
cuando el cielo se nos llene de gaviotas
Alumbrando las calles oscuras
todas las estrellas que hoy durmieron solas
(desde el rompeolas me acuerdo de ti)
vuelo controlado, colgado del palo
de las banderolas
Y ahora ya no puedo prestarte mi abrigo
ni quitarte la ropa, ni sudar contigo
ni perder la calma, ni decirte las cosas
que nunca te he dicho
Y ahora ya no puedo prestarte mis alas
ni subirte la falda
ni cogerte con vicio
ahora da lo mismo reírse de todo
que llorar por nada
Llévame a ver salir el sol
cuando enrede los cabellos en tu nuca
llévame al puerto de náufragos
y a los muelles que no escuchan tus preguntas
Desatando pañuelos de bruma
hace algunas horas que perdí la suma
(desde el rompeolas me alejo de ti)
vuelo equivocado, tu voz es el viento
que rompe las olas

Quique González

martes, 24 de marzo de 2009

Lucía

Haces muy bien
en abrir tanto los ojos,
Lucía,
así te harás experta
en nubes y cigüeñas.
Si aprendes a mirar
te darás cuenta
que en los tejados juegan
duendes en bicicleta.
Que si llueve en el campo
los pájaros se alegran
y los gatos no tienen
botas de siete leguas.

Verás crecer las flores
si con cuidado observas,
y reír a las hojas
sea o no primavera.
Sabrás lo que es ternura,
Lucía,
cuando aprendas
a entender a tu madre
cuando te abraza y besa.
Comprenderás que yo,
de alegría me muera
si me veo en el amor
que tu risa refleja.

Por eso haces muy bien
en abrir tanto los ojos,
Lucía,
el mundo necesita
expertos en belleza
que vayan por las nubes
andando en bicicleta
y sepan descubrir
duendes bajo la mesa.
Peritos en ternura,
en lluvias y cigüeñas,
como tu madre que
ríe si te abraza y besa.

Quintín Cabrera

domingo, 22 de marzo de 2009

Como la cigarra

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.

María Elena Walsh

viernes, 13 de febrero de 2009

Mil

Teño algo importante que dicir
agora que vimos de despedirnos
para sempre.
Quérote.
Crávame as unllas,
pero has de saber que tamén fun sincero
as outras mil veces.

Ela acúsame de non ter sentimentos
porque falo e falo
ou non falo.
Vai comer todas as unllas,
as súas altivas unllas escarlata.
Pero ireime.
Díxenllo e riu indiferente,
pero ireime
ou non me irei.
Chegarei a unha desas cidades,
non tan grandes como unha cidade,
onde se para o tren e xa non hai máis tren,
con monxas que se sentan nun barril de cervexa na estación,
e miles de corvos que esperan con sorna a El-Rei
ou unha cámara de cine.
Desa cidade sae un autobús
tan vello
que ten un conductor que fuma
e que fala cos viaxeiros,
xusto en cada curva,
cando chove,
e faino cada día desde sempre,
limpa o cristal coa man,
coma se estiveramos caendo,
chove tamén dentro.
E non pasa nada,
pois chegamos cando escampa,
e só pinga no autobús,
todos mollados menos os paisanos
que rin
ou non rin.
Esta xa non é cidade nin nada,
pero hai un barco panza arriba
e unha praia de area negra.
E hai tamén unha cabina de teléfono.

¿Escoitas? Estou nunha cabina.
Sí, ben.
Non, nada.
Chovía no autobús.
Só hai un bar.
Sí, teño moedas.
¿De verdade? Tamén eu. Non, aínda non se corta.

Si sigo aquí.
Non, non estaba pensando.
Escoitaba, iso é todo.
Non sei o que dicías. Escoitaba.
Non, non é un libro.
Son as follas da guía.
¿Sabes cal é o prefixo de Ras-Al-Khaimah?
Marcas o 07, máis 971 e logo o 77
e xa podes falar con alguén en Ras-Al-Khaimah.
Non, non é que non te escoite.
Escoito, só quero escoitarte.
Pero non me preguntes o que dis.
Non podo facer dúas cousas o mesmo tempo,
entender e pensar en ti.
Qué fácil é falar con calquera lado.
Non, non cortes por favor.
Se colgas,
chamarei a Ras-Al_Khaimah
ou a calquera lado.
Mentras ti falas, non teño frío.

El era forte e feble
como un marine ianqui.
Ela, fráxil e invencible,
como unha guerilleira do Vietcong.

Manuel Rivas


domingo, 8 de febrero de 2009

No te quiero sino porque te quiero

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda