La Vereda es un programa que se emite en Ràdio Klara desde junio de 1999. Un espacio para la poesía, la literatura, la música, la cultura, el arte, el compromiso, las emociones... Un camino poético en el que la vida no pasa: se queda. Escúchala en directo los jueves de 19 a 20 h en la 104.4 FM València y en www.radioklara.org. O cuando quieras en nuestro podcast.
Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;
cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;
entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:
esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.
No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.
He llegao desde muy lejos con mis trucos, mis complejos,
Una maleta llena de trastos y un cuaderno lleno de cuentos.
Sé que todo está perdío, que sólo tengo lo que vivo,
Que sólo viaja quien regresa, y se va quien yo olvío.
No me digas más, que me vengo.
No me cuentes más, ay, que me enciendo.
Tengo el alma cansá, la ropa tendía y el sueño canviao
De tanto intento.
De tanto llevarme al huerto tanta historia sin fundamento.
Tanto rollo que me retiene y no me suelto.
Y aunque no te hayas dao cuenta
Yo cuando quiero, quiero, quiero.
My gift is my song... and this one's for you
And you can tell everybody that this is your song
It may be quite simple, but now that it's done
I hope you don't mind, I hope you don't mind
That I put down in words...
How wonderful life is, now you're in the world
I sat on the roof and I kicked off the moss
Well some of these verses, well they,
they've got me quite cross
But the sun's been kind while I wrote this song
It's for people like you that keep it turned on
So excuse me forgetting, but these things I do
You see I've forgotten if they're green or they're blue
Anyway, the thing is, what I really mean
Yours are the sweetest eyes, I've ever seen
And you can tell everybody that this is your song
It may be quite simple but now that it's done
I hope you don't mind, I hope you don't mind
That I put down in words
How wonderful life is, now you're in the world
I hope you don't mind, I hope you don't mind
That I put down in words
How wonderful life is, now you're in the world
Si fuera verdad que dos almas
marchan juntas, sin conocerse
sus cuerpos; si fuese verdad
que se han tocado desde siempre,
que bebieron la misma luz,
que el mismo destino las mece;
si fuera verdad que son hojas
del mismo arbusto, eterno y verde;
si fuera verdad que su gloria
se cumple el día aquel que tienen
los ojos del alma gemela
fijos en su carne evidente;
si fuera verdad todo eso,
cómo aquel día de septiembre
no te busqué, llamé, llevé,
cómo ignoraba que existieses,
cómo no detuve la estrella
que te enrojecía la frente;
cómo podía yo cantar
bajo la llama del poniente;
cómo podía no existir
tu pasado de ahora, doliéndome.
Cómo ha podido ser. Y cómo
no lo impedí, con uñas, dientes,
corazón...
Si fuera verdad
que dos almas, sin conocerse
sus cuerpos, vibran, marchan juntas
hacia el mismo nido caliente,
cómo aquel día por la calle
disparada contra el poniente,
cómo aquel día de luz honda,
dorada y grave de septiembre,
cómo aquel día no sentí
que me traspasaba la muerte.
Campanas de oro. En la noche
doblan, descienden al sueño.
Campanadas de oro van
midiéndonos.
Apresa, al pasar, la mano
un desconocido fuego.
Pero todo es lejanía
y el tiempo
no tiene ya calidad,
ni dueño.
El fuego está helado, el mundo
remoto se da al misterio.
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra, quieto en ángulo oscuro, buscaba en ti, encendida guirnalda, mis auroras futuras y furtivos nocturnos, y en ti los vislumbraba, naturales y exactos, también libres y fieles, a semejanza mía, a semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta como quien busca amigos o ignorados amantes; diverso con el mundo, fui luz serena y anhelo desbocado, y en la lluvia sombría o en el sol evidente quería una verdad que a ti te traicionase, olvidando en mi afán cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos con nubes sobre nubes de otoño desbordado la luz de aquellos días en ti misma entrevistos, te negué por bien poco; por menudos amores ni ciertos ni fingidos, por quietas amistades de sillón y de gesto, por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma, por los viejos placeres prohibidos como los permitidos nauseabundos, útiles solamente para el elegante salón susurrado, en bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona que yo fui, que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones; por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos, limpios de otro deseo, el sol, mi dios, la noche rumorosa, la lluvia, intimidad de siempre, el bosque y su alentar pagano, el mar, el mar como su nombre hermoso; y sobre todo ellos, cuerpo oscuro y esbelto, te encuentro a ti, tú, soledad tan mía, y tú me das fuerza y debilidad como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje, oigo sus oscuras imprecaciones, contemplo sus blancas caricias; y erguido desde cuna vigilante soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres, por quienes vivo, aún cuando no los vea; y así, lejos de ellos, ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres, roncas y violentas como el mar, mi morada, puras ante la espera de una revolución ardiente o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria, transparente pasión, mi soledad de siempre, eres inmenso abrazo; el sol, el mar, la oscuridad, la estepa, el hombre y su deseo, la airada muchedumbre, ¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día; en ti, mi soledad, los amo ahora.
Casi me he creído que me quieres
Y andaba presumiendo de tus besos
Manchando de inocencia las paredes
Pisando con tus suelas todo el miedo
Casi me he creído que me quieres
Que es igual que ser tormenta de alegría
Y con este credo simple entre los dientes
Me acercaba reclamando tus caricias
Y como nadie dijo lo contrario
Así llegué a instalarme en este cielo
Silbando la noticia del milagro
A la luna congelada del invierno
Casi me he creído que me quieres
Y vestía mi esperanza con proyectos
De tus manos tomé fuerza suficiente
De tus ojos la luz para el trayecto
Casi me he creído que me quieres
Porque es fácil tropezar con algún sueño
Tan difícil como despertar y verte
Enhebrando mis heridas con tu pelo
Y como nadie dijo lo contrario
Asi llegué a instalarme en este cielo
Silbando la noticia del milagro
A la luna congelada del invierno
Como la luz de un sueño, que no raya en el mundo pero existe, así he vivido yo iluminado esa parte de ti que no conoces, la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto cruzar la puerta sin decir que no, pedirme un cenicero, curiosear los libros, responder al deseo de mis labios con tus labios de whisky, seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado en la cama, sin prisa, muchas tardes esta cama de amor que no conoces, la misma que se queda fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo, hicimos mil proyectos, paseamos por todas las ciudades que te gustan, recordamos canciones, elegimos renuncias, aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario o en la noche de un bar por mi sorpresa. Así he vivido yo, como la luz del sueño que no recuerdas cuando te despiertas.
De haberlo sabido
no hubiera dado todo en un principio
no hubiera sido la noche en tu espalda
ni congelándote de frío.
De haberlo sabido
me hubiera ido sin decirte nada
no hubiera sido tan duro contigo
no habría corazón en la garganta.
Peor que el olvido
fue frenar las ganas de verte otra vez
peor que el olvido
fue volverte a ver.
Me sobran motivos
pero me faltas tú sobre la cama
y ahora las calles están llenas de bandidos
cuando necesito de tu madrugada
cuando ya te has ido
cuando me parte en dos el alma
no hubiera dudado en quedarme contigo
de haber sabido cómo yo te amaba.
Peor que el olvido
fue frenar las ganas de verte otra vez
peor que el olvido fue volverte a ver.
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, en sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
A veces por supuesto usted sonríe y no importa lo linda o lo fea lo vieja o lo joven lo mucho o lo poco que usted realmente sea
sonríe cual si fuese una revelación y su sonrisa anula todas las anteriores caducan al instante sus rostros como máscaras sus ojos duros frágiles como espejos en óvalo su boca de morder su mentón de capricho sus pómulos fragantes sus párpados su miedo
sonríe y usted nace asume el mundo mira sin mirar indefensa desnuda transparente
y a lo mejor si su sonrisa viene de muy de muy adentro usted puede llorar sencillamente sin desganarse sin desesperarse sin convocar la muerte sin sentirse vacía
llorar sólo llorar entonces su sonrisa si todavía existe se vuelve un arco iris.
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
Una día la vida echará abajo tu puerta. Rendida, acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido. Y no encontrarás a un hombre que te ponga a salvo, que el hecho de estar vivo siempre exige algo. Déjate convencer, duerme esta noche conmigo. Que el amor se encuentra antes si se busca. Mira qué casualidad si yo fuera tu hombre y la duda de haberte dado luz no te deja dormir nunca.
Déjate convencer. Ya habrá alguien que se haga cargo de recoger las culpas de este pecado. A donde iré, sin este abrazo. No te puedes negar, no sea que nuestro pasado nos llegue a atrapar. Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario.
Pero anda, echa un vistazo a tu alrededor, no seas tonta, mira que no hay un alma que llevarse a la boca, que hay que repartir caricias y esta noche nos toca. Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños.
Una día la vida echará abajo tu puerta. Rendida acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido.