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La Vereda es un programa que se emite en Ràdio Klara desde junio de 1999. Un espacio para la poesía, la literatura, la música, la cultura, el arte, el compromiso, las emociones... Un camino poético en el que la vida no pasa: se queda. Escúchala en directo los jueves de 19 a 20 h en la 104.4 FM València y en www.radioklara.org. O cuando quieras en nuestro podcast.

viernes, 26 de junio de 2009

Man in the mirror

I'm gonna make a change, for once in my life
It's gonna feel real good, gonna make a difference
Gonna make it right...

As I, turn up the collar on my favorite winter coat
This wind is blowin' my mind
I see the kids in the street, with not enough to eat
Who am I, to be blind?
Pretending not to see their needs
A summer's disregard, a broken bottle top
And a one man's soul
They follow each other on the wind ya' know
'Cause they got no where to go
That's why I want you to know

I'm starting with the man in the mirror
I'm asking him to change his ways
And no message could have been any clearer
If you wanna make the world a better place
Take a look at yourself, and then make a change

I've been a victim of a selfish kind of love
It's time that I realize
That there are some with no home, not a nickle to loan
Could it really be me, pretending that they're not alone?

A willow deeply scarred, somebody's broken heart
And a washed-out dream
(Washed out dream)
They follow the pattern of the wind, ya' see
'Cause they got no place to be
That's why I'm starting with me
(Starting with me)

Make that change

Michael Jackson



lunes, 22 de junio de 2009

Faro de Lisboa

Yo que recorro los mares
y que palmo a palmo el mundo
de un confín a otro confín
Hoy tomo mi ultimo rumbo,
desde mi cuerpo hasta el tuyo,
desde donde estoy a ti
Tu que recorres Lisboa
y sus calles y sus fondas,
con hombres de una sola vez
Tu serás mi último puerto
para amarrarme a tu alma
y sólo yo vivir en él
Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Fotos y cartas marchitas,
de cuando planes y sueños
aun vivían en su piel
Dos vidas en dos maletas,
entre Lisboa y Madrid,
en una estación de tren
Él se durmió para siempre
con su billete en la mano,
en un banco en el anden,
y ella se apagó de golpe
como se apaga una vela
después del amanecer.

Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Hoy reposan en silencio
uno siempre junto al otro,
aunque en alma y en papel.
Por fin juntaron sus vidas
volcando las dos maletas,
sobre su mar a la vez.
Otra historia como tantas
de amor y de mala suerte,
y de un destino traidor,
pero en el puerto en Lisboa
cuando la luna te aplasta,
alguien canta esta canción.

Faro que alumbras al mundo,
por encima de la tempestad.
Devuélveme la esperanza
y que brille mi estrella,
pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
Faro que alumbras al mundo
alumbra mi vida.

Revólver


Historia del hombre que en el alto cielo amó a una estrella y fue por ella abandonado

Había robos pero no había ladrones en el valle del Cuzco. Los robos ocurrían durante la noche, en el huerto que tenía las mejores papas. El dueño vigilaba, toda la noche pasaba sin cerrar los ojos, pero en algún momento se le caían los párpados y en ese instantito desaparecían las papas dejando agujeros recién escarbados en los surcos.

Una noche, el hombre mintió. Se acostó a pata suelta, en medio del plantío, y roncando espiaba con un ojo. Y así pasaron las horas, y cuando no mucho faltaba para el amanecer, un violento resplandor lo hizo saltar.

El susto de tanta luz lo dejó ciego.

No eran ladrones: eran ladronas.

A manotazos consiguió atrapar a una. Las demás huyeron en ráfaga hacia el cielo y allá en lo alto quedaron, encendiendo el fin de la noche.

La estrella prisionera prometió devolver todas las papas, y suplicó:

- No me obligues a vivir en la tierra.

Pero él no la soltó. Cubrió con ropa de lana su luminosa desnudez y la encerró en su casa.

Al tiempo tuvieron un hijo que murió al nacer.

Y un atardecer en un descuido, la lumbrera escapó a las alturas. Gracias al cóndor, el hombre subió tras ella.

El hombre y el cóndor iban envejeciendo en la larga travesía, y tenían siglos de edad cuando el viaje culminó. Pero no bien llegaron, se sumergieron en el lago del tiempo, y nadaron, y emergieron jóvenes.

Y entonces él se lanzó a recorrer la resplandeciente bruma de la Vía Láctea. Y en la peregrinación, reconoció a su estrella. Y le suplicó que lo dejara estar.

En un escondite del cielo, vivieron juntos.

Cada atardecer, ella se iba con sus hermanas, a iluminar la noche del universo. Y cada amanecer volvía, y traía alimentos terrestres que encontraba deslizándose en los graneros del sol y de la luna.

Así fue lo que fue, hasta que ya no fue.

Una mañana la estrella no llegó, y nunca más llegó, y el hombre deambuló por la fría neblina del cielo, hambriento y solo, llamándola a gritos.

El cóndor lo devolvió a la tierra, y en la tierra murió de pena.

Nada alcanzó a contar. De su boca, que no abría ni para comer, no salió palabra. Quizás porque había quedado embobado, estrellado; o quizás porque presentía que aquí en la tierra tomarían su historia por evidente mentira o alucinación de un pobre mortal creyéndose dios en el trono del reino de la noche.

En cuanto a ella, los estrellólogos no coinciden. Hay quien dice que le desenamoró el amor y hay quien dice que no hay por qué llamar amor a lo que fue lástima o curiosidad.

Algunos sostienen que ella echó al hombre porque no quiso verlo morir. Según estos especialistas, las estrellas no entienden nuestra costumbre de vivir nada más que un ratito, y tampoco entienden nuestras ganas locas de subir al cielo: nada saben las estrellas del humano morir, pero sí saben que más allá de la nubes no puede la gente renacer en los hijos que tiene, ni en las papas que planta, ni en los amores que deja.

Otros opinan que fue un adiós obligado. El sol y la luna habrían advertido a la estrella que debía buscarse otra galaxia donde vivir con el intruso. Así, no se podría seguir: en cada pelea conyugal, el hombre envejecía cien años y ella quedaba completamente a oscuras. Es verdad que después, cuando los dos se perdonaban la estupidez de odiarse, él recuperaba el siglo gastado y ella multiplicaba su esplendor; pero la paz del firmamento no podía permitirse aquellos sobresaltos. Y fue entonces, al parecer, que los amos del cielo decidieron renunciar a las papas, que tanto les gustaban, y el camino hacia la tierra fue borrado por siempre jamás.

La estrella se arrepintió de haber obedecido la orden que la condenaba a la soledad. Así lo afirma un estudioso que se ha pasado la vida fotografiando a las estrellas fugaces. El está seguro, y dice tener pruebas: las estrellas fugaces son todas iguales, porque todas son una. Esa única luz, errante y mojada, es la estrella que una vez conoció el peligro y la fiesta del abrazo humano, y se asustó y huyó y fue perseguida y encontrada. Desde entonces su cuerpo mudo, que por el hombre cantó, supo que había nacido para ser dos o ninguno, y ahora anda volando locamente, a través de la noche, en busca del perdido camino de este mundo.

Eduardo Galeano

sábado, 13 de junio de 2009

San Antonio

Al partir dejó a su amada el corazón
Y sin él en la batalla sin piedad luchó

Ira del infierno, el enemigo le llamó
Pero él, aventurero,
Romántico señor
Mas allá de las montañas se perdió
Y tan sólo su mascota le siguió
Y un ejército venció el último bastión

Aventurero, romántico señor

San Antonio Junio 13 ya llegó
Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

Sin dolor, pensó en la tierra que dejó
Entre el barro y las estrellas decoró su mansión
Ante el espejo su cara le asustó
A una lagrima reseca se aferró
Dejó pasar el tiempo hasta acabar la contienda,
luego en busca de su corazón partió

Mas allá de las montañas se perdió
Hoy su sombra deambula sin dirección
Solo algunos recuerdan cómo sucedió
Aventurero,
Romántico señor
San Antonio Junio 13 ya llegó

Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

San Antonio junio 13 ya llegó...

Mas allá de las montañas se perdió...

Antonio Vega


lunes, 1 de junio de 2009

Eso dicen

Eso dicen
que al cabo de diez años
todo ha cambiado
allá

dicen
que la avenida está sin árboles
y no soy quién para ponerlo en duda

¿acaso yo no estoy sin árboles
y sin memoria de esos árboles
que según dicen
ya no están?

Mario Benedetti